Cuando el corazón palpita, las pupilas se dilatan y la mente se aleja lenta hacia un mar de indiferencia; la conciencia se hace vieja, se hace sutil la inocencia y fuerte deseo se clava en lo más profundo de nuestro ser.
Si llegases a sentir esto, por favor, no lo distraigas, no lo apartes de tu mirada; deja que tus sentidos te hagan flotar por ese camino que habrá de llevarte lejos, a aquel lugar en donde los sueños se pueden hacer realidad.
Cuando al fin hayas llegado, recuerda muy bien lo que te digo, abre tus pensamientos, igual que si fuesen alas, y dedícate a volar entre los árboles de la más pura excitación. Planea, vuela, elévate, y no regreses hasta que hayas llenado ese depósito tuyo, que es el ser, con ese líquido jugoso al que llamamos felicidad.
09 mayo 2008
En busca de la felicidad
Eduardo Ferrón (dK)
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2 comentarios:
Excelente compadre, realmente excelente.
No lo podias haber dicho mejor. Bravo exelente !
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